29 de mayo de 2011

DISCURSO EDITADO Y LEÍDO POR JUANJO



Queridos nenos y nenes  de les Colomines:
Amigos y amigas:
      Cuando Sofía Ceballos, promotora del encuentro, me contó su iniciativa, a mí me pareció una magnífica idea, que hoy todos compartimos, porque responde a un deseo oculto de todos nosotros, vista la numerosa participación y asistencia casi unánime. Vaya por tanto para ella y sus colaboradores nuestro reconocimiento y gratitud.
      Este encuentro responde también a una añoranza colectiva. Sino, decidme - ¿Quién a lo largo de los años no se ha dejado llevar por los recuerdos de la infancia? - ¿Quién no ha esbozado una sonrisa acordándose de aquellos pasajes, vivencias y alguna que otra tropelía, de aquel barrio que siempre fue nuestra casa?
      Cada uno de nosotros tiene sus recuerdos, personales, familiares y los comunes. La suma de todos ellos, los de todos nosotros, pueden mágicamente transportarnos a aquel barrio tan especial y entrañable, no sólo porque era el nuestro, sino porque fue un acontecimiento extraordinario. Un episodio de nuestra vida difícilmente repetible. No todos los días de aquellos lejanos años cincuenta surgía un barrio nuevo, donde coincidimos un ejército de nenos y nenes capitaneados por aquellos padres tan jóvenes, llenos de ilusión y esperanza, que intentaban  ofrecernos oportunidades nuevas.
      No había en la Pola, barrio más vital y con tanta algarabía. Si no, haced ahora un pequeño esfuerzo, cerrad los ojos y dejaros inundar por aquellos recuerdos, volved a sentir los sonidos del pasado. ¡Escuchad!: ¡Hay lotería, lotería de Navidad! ¡Loterooo! – gritaba aquel paisano, puntual y socarrón - ¡Y si toca a la vecina!, ¿Qué dirá la otra vecina?- insistía el hombre-. -¿Y si no toca?- gritábamos los nenos - ¡Se devuelve! –afirmaba el lotero- y continuaba su peregrinaje por todos los portales.
      Los panaderos, lecheros, fruteros, Rosa la pescadera, llenaban de voces y estruendo las mañanas de casi todos los días, y de vez en cuando aparecía aquel hombre de blusón azul oscuro que transportaba en una mano aquella barrica con cucharón de madera por el que supimos que había una región en España llamada la Alcarria que producía abundante miel - ¡Mielero, buena miel, miel de la Alcarria!
      -¡Compro hierro viejo, el cobre, el zinc, el metal, el plomo!- parecía que le respondía el chatarrero.
      Y cuando estos ecos aún no se habían apagado, aparecía el afilador y paragüero tocando aquella siblata que ponía nerviosos a los cuchillos  y tijeras, y alegres a los cazos, cacerolas y sartenes ante la oportunidad de tener un remache nuevo.  Y para acabar de componer esta sinfonía de sonidos, los martes y jueves, llegaba el carro de la basura, que sólo transportaba ceniza, tirado por aquel jumento de cuyo nombre ya no nos acordamos.
      Pero entre tantos recuerdos, seguro que todos tenemos un sitio en el corazón donde hemos guardado a nuestros santos inocentes, aquellas criaturas entrañables que siempre fueron niños. A Luisa, que veíamos tan distinta a nosotros y que fue dejando de ser “la tonta” a medida que íbamos aprendiendo a quererla. A Ano y Amor que eran como de la familia. A Lalo, siempre al lado de Herminia, su hermana, y su burra lechera, con aquel inseparable pañuelo de pita en la mano y la solapa de la chaqueta con brillos y humedades. Aquellas miradas suyas, tan tristes, ingenuas pero cargadas de sinceridad, que se han quedado entre nosostros.
      Los veranos sólo eran nuestros.  Eran veranos de cereces y manzanes, de asaltos a la huerta de Jacoba en busca del botín, aquel que defendía la Selva, aquella perra amiga que nos ladraba por compromiso, hasta que les nenes la camelaban con un poco de pan duro. Aquelles cereces nunca fueron al mercao.
      Eran jornadas agotadoras de juegos interminables: el pio campo, ojo pico tijera, el lirio, el güá, el aro y la gancheta, tres marinos a la mar, les nenes siempre más prudentes se aplicaban con aquellos muñecos de trapo, los cocinetes,  y el cascajo con sus rules.  Eran veranos de sonrisas sin dientes, de farfullar un idioma que sólo nosotros entendíamos: - ¡Matutina cotinamos! - ¡Nun tenemos cotinetes!- contestaba la amiga -. –Y tu nena, ¿Cómo te llamas?, - Llámome Telesina Caleca  Lico.
      No había foguera de San Juan más grande y concurrida que la nuestra, ni piscina olímpica como el trabancu del Sotón. Ya quisieran el Barcelona o el Madrid de estos tiempos jugar los partidos y marcar los goles que metía el Lenense en el campo de las Pedrosas a pesar de aquel árbitro a quien llamaban Zapatones.
      Éramos una gran familia, con las casas abiertas de par en par y la llave puesta de la parte fuera. Eso se sentía en los momentos difíciles, cuando la vida, la carretera o la mina nos daba un zarpazo y nos arrebataba alguna vida. Allí estaban todos los vecinos, nuestros padres solidarios, comprometidos y cabizbajos.  Una ola de tristeza recorría el barrio, el silencio lo invadía todo.  Y al día siguiente, vuelta a empezar para que el tiempo suavizara el dolor y cicatrizara las heridas.
      Les Feries, los caballitos, las sesiones de cine del domingo por la tarde, los cacahuetes de  “La Taponina”, los cuenta cuentos de Antonio, el carru de Frasia, el gitano con la cabra y la escalera, las canciones con sabor a vino tinto de Figareo, la magia de Kanisca, el guiñol de Chacolín y el olor a  pólvora y sidra por Santa Bárbara, nos vieron crecer.  Así sin darnos cuenta, pobres y felices, pasamos a la etapa de la Yenka, la burrita Catalina, y los güateques de la OJE.
      Pero amigas y amigos, nenes y nenos de les Colomines, éste es otro capítulo del que hablaremos en otro momento.

       Salud  para  todos.


                                                                         Juanjo González Pulgar




5 comentarios:

  1. No se puede explicar con palabras lo que sentimos, cuando Juanjo leyo la carta, era una mezcla de sentimientos y recuerdos, a la vez que volvimos a vivir aquella época, que fué muy dura, pero preciosa, habia mucha miseria pero mucho cariño, y eramos como una gran familia, y yo la verdad que lo añoro mucho, por todo os quiero dar las gracias por trabajar tanto, y hacer posible estas reuniones, gracias mil gracias, seguir por favor.

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  2. Todos nos emocionamos con las palabras de Juanjo y con las fotos, sobre todo al ver a la gente que ya falta.... esos vecinos con los que convivimos y al verlos se nos vienen a la memoria anécdotas que teníamos olvidadas.
    Yo también os doy las gracias, a Sofía en primer lugar, por la idea tan buena que tuvo de hacer las reuniones y después a todos y cada uno de los que lo venis organizando año tras año, ojalá que podamos reunirnos muchos años más.

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  3. Gracias, pero todo esto es posible si todos respondemos a las reuniones, a unos nos toca trabajar un poco más pero por mi parte lo hago encantada y creo que por Sofía también.
    Como dice “FELI LA CALLEJA” (para mí es una mujer entrañable), aunque nos juntemos cuatro personas en un bar, que esto no se acabe…..

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  4. MARIA J MARINEROjunio 14, 2011

    PUES NO QUE NO SE TERMINE ES ENTRAÑABLE ENCONTRAR A LA GENTE QUE CONOCIMOS CUANDO ERAMOS NIÑOS Y ESO ES LO MAS IMPORTANTE EN ESTE JUEGO

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  5. Vamos a intentarlo Mª Jesus... Gracias por participar en el blog y recordar que es para todos, que si vosotros no sería posible hacerlo.

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